Proyecto de vida

Todo proyecto es un camino para alcanzar una meta. Un proyecto de vida marca el modo de llevar adelante las acciones que conforman nuestra existencia.

La vida es una línea que a veces da saltos, nos trae sorpresas, a veces nos conduce por donde queremos pero, de repente, nos presenta cambios que no estaban en el programa. Pero independientemente de los cambios, seguimos avanzando en edad, crecemos, y “al despertar” vemos que hemos envejecido y que aquello que no planificamos ni trabajamos ya no hay tiempo para recuperarlo.

Un proyecto de vida es un plano del camino. Es sumamente importante educar a nuestra juventud en proyectar sus sueños y organizar sus realidades, a reconocer que lo que tienen en las manos, cuando son jóvenes, es solo la cuota inicial de la cuenta que van a manejar por el resto de la vida.

Por definición, un proyecto de vida son los planes que una persona realiza con respecto al desarrollo y orientación de su vida, con base en sus valores, percepciones, metas y anhelos.

Desde la infancia y la niñez las personas hablan de sus planes futuros, de lo que les gustaría ser cuando sean adultos. Habitualmente, estas ideas tan tempranas obedecen a la identificación con un personaje que toman como modelo.

Se definen con mayor fuerza durante la adolescencia, pues el futuro forma parte de sus pensamientos y preocupaciones. En esta etapa surgen las preguntas, ¿quién soy?, ¿qué quiero ser en el mañana?, ¿con quien me gustaría casarme?, ¿cuántos hijos me gustaría tener?, ¿en que me gustaría trabajar? ¿qué profesión es la que me gusta?

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Sin embargo, en nuestra sociedad no es frecuente que nuestros adolescentes y jóvenes planifiquen sus vidas, por una serie de situaciones que los obligan a actuar conforme se presenten, o no, oportunidades.

Deben aprender que hace falta tener ese plan maestro, los padres lo sabemos, pero debemos asumir la responsabilidad de ayudar a que cada hijo diseñe su plan y vuele con alas propias. Los maestros y la escuela tienen que ser orientadores. Todos aprendemos a buscar lo que queremos, la diferencia está en la experiencia que cada uno tiene.

Los que van más lejos pueden señalar donde están los hoyos del camino, y el que viene detrás decidirá si los pisa o los evade. Es por esto que los más jóvenes deben buscar ayuda y apoyo de los de más experiencia, de los amigos de la propia generación, de los padres y maestros, para que puedan aportar y ayudar a planificar qué quieren ser y hasta dónde quieren llegar.

Cada uno de nosotros deberíamos planificar nuestra vida, con la finalidad de darle un verdadero sentido y compartirla con las personas que nos quieren y respetan, y encaminar nuestro desarrollo y crecimiento personal de una manera más armoniosa, productiva y llevadera.

Hacer un proyecto de vida es un aprendizaje que se logra con la práctica y para desarrollarlo debemos saber que:

  • No depende exclusivamente de las posibilidades económicas.
  • Debemos fijarnos metas realizables, claras y específicas.
  • Delimitar el tiempo, las condiciones y las actividades.
  • Debemos cumplir con tareas previas, por ejemplo, terminar los estudios.
  • Formarnos una disciplina de trabajo.
  • Ser perseverantes.
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Los proyectos de vida deben ser tan flexibles que se doblen pero que no se partan. Deben contar con un aliado (la edad). En tanto caminemos, vamos entrando en edad, y acumulando experiencias.

La vida afectiva, las emociones, la sexualidad, los estudios, lo económico, la espiritualidad, son las piezas que van dentro de la maleta con que caminamos y con la que hacemos huellas en el camino que nos traza el mapa.

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