Mejor sexo después de los 40

Después de los cuarenta… ese período es demasiado abierto, porque después de los cuarenta puede significar que estemos hablando de los cincuenta, de los sesenta, de los setenta, de los ochenta o los noventa. Aceptar fechas topes es desvalorizar la sexualidad. Cada etapa tiene sus encantos si una buena educación sexual ha acompañado los procesos.

La verdad es que cada edad tiene sus ajustes. La adolescencia es la edad de las hormonas, de las mejores respuestas, del acompañamiento físico del amor idealizado, romántico, de la conjugación de hormonas, sueños y realidades. Es una etapa de reacciones automáticas, donde el pensamiento, la piel y el cerebro hacen malabares en busca del placer.

Lo que luego vamos aprendiendo es que la vida sexual no es sólo biología, que ésa es una de las etapas de la vida, más no la única, pero… ¡Qué buena es la biología en esas edades!

Las décadas van señalando el puesto y la conjugación de pasión, amor, pausa, emociones. Los 40 marcan la aproximación a la cima de la curva hormonal para empezar su disminución e ir diferenciando los sentimientos de las pasiones.

Es cierto que después de esa edad y en una relación monógama no hacen faltas preservativos o anticonceptivos, porque ha ido desapareciendo o ya desapareció el ciclo reproductivo, disminuyen los riesgos de embarazos sorpresivos, los hijos han crecido y son menos las interrupciones en la habitación marital.

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Con la edad, ciertamente baja la frecuencia de las relaciones sexuales, pero no la actividad sexual. Aumentan y mejoran otras esferas de la vida de pareja que dan un nuevo contexto a la vida sexual; es un gran momento para poder evidenciar las diferencias que existen entre sexo y sexualidad.

Es decir, lo que se pierde en cantidad se compensa en calidad, pero ello no quiere decir que antes fue malo, todo lo contrario, antes fue distinto. Tampoco quiere decir que ahora es mejor que antes, sino que ahora es diferente.

La realidad del matrimonio o de la pareja única, o por lo menos la vida sexual más pausada, va encontrando caminos que están más ligados al afecto, al amor, a las costumbres, sin por eso dejar de ser emocionantes. Algunos autores han llegado a hacer la pregunta de si en estas edades (los 40s) predomina la costumbre por encima del amor y la respuesta es que la costumbre es parte del amor maduro.

Un famoso filósofo de los años sesenta decía que “para mantener el interés en el sexo en la vida de pareja, había que ponerle cada día carnes nuevas”; pero no era que buscaran otras parejas, se refería a que para romper la monotonía y no excusarse en la edad, había que hacer de cada encuentro un atractivo, cargarlo de fantasías y realizaciones.

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El capitalismo pervirtió el encuentro sexual y llevó la idea a los sex shop y puso látigos y antifaces, esposas y lazos, que si bien podrían tener sus emociones, restaron el elemento vinculante del amor, sustituyeron los componentes de ternura, sorpresas, fantasías, comunicación sexual, entre otros; y el mayor riesgo que tiene la sexualidad y la vida sexual es encasillarla en los patrones que imponen la publicidad y el mercado.

Eso es malo y peligroso, porque pueden quedar perdidos los que se queden añorando los tiempos pasados y no disfruten el momento actual que viven, o que por el contrario, NO valoren los tiempos pasados y afirmen con toda certeza que el sexo es mejor después de los 40.

Mis conclusiones personales y académicas es que la vida sexual NO puede desligarse del proceso de la vida, de vivir y valorar la vida. Tan cierta e importante es la vida sexual en cada momento y edad, que en una ocasión el famoso actor Woody Allen preguntó si después de la muerte, en la otra vida, ¿No habría sexo?

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