Lo que debemos esperar de una relación sexual

El deseo es considerado como la primera fase de toda respuesta sexual. Una persona puede encontrarse de manera fortuita en situaciones que induzcan al deseo, ya sea por roces, señales, interpretaciones o puede desear tener relaciones sexuales con una persona determinada.

La decisión de participar en el encuentro dependerá de las creencias, los mitos, fantasías y del historial personal que puedan tener los protagonistas. La gran expectativa o el resultado ideal debería ser disfrutar al máximo del momento a través de la derivación del placer.

Si la relación es buena, la mente y el cuerpo logran tal conexión que solo el recuerdo será un detonante erótico para volver a desear, para querer repetir el momento, y si en cambio fue mala, no nos motivará al recuerdo y hasta nos puede predisponer a no funcionar sexualmente ante nuevos eventos sexuales.

El objetivo será entonces llegar a la experiencia sexual con las mejores herramientas para el disfrute, y para ello hay que conocer la importancia no solo de la disposición, sino de como romper con los miedos.

Hay muchos tipos de miedos que pueden impedir que la relación sea placentera, como la percepción que tenga una persona de su imagen corporal (autoimagen).

Si no estoy conforme con mis kilos, con alguna parte de mi cuerpo, si me siento observado/a, si hago una evaluación de si lo estoy haciendo bien puedo provocar la inhibición de la erección o la eyaculación (en el caso del varón), o la excitación y la lubricación (en el caso de la mujer) y convertir el acto en doloroso y molesto.

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Algunas personas han fallado a pesar de tener deseo, de querer, de permitir, porque en el momento mismo del acto les acosa la idea de un embarazo no deseado o de no haberse protegido para evitar una infección de transmisión sexual (ITS) o el VIH-SIDA.

De manera que aunque no siempre se dan las mejores condiciones, lo ideal es prever las situaciones que sí pueden estar bajo nuestro control.

Esto no quiere decir que se esté otorgando un permiso al sexo abierto con cualquier persona y bajo cualquier condición, pero es una realidad que ocurre y hay que tenerlas en cuenta para asumir con responsabilidad las consecuencias de las decisiones que tomamos.

El placer puede culminar o no un acto sexual, muchos terminan por debajo de las expectativas que tenían o quizás sin la gratificación esperada. Somos vulnerables a las realidades humanas que nos suceden en cada momento de nuestras vidas.

Las mejores relaciones en términos de entrega y de compartir “cuerpo y alma” se ubican en aquellas en que también se comparte parte de la vida, de las aspiraciones, de los proyectos, los que están asociados a elementos vinculantes como el amor.

Las relaciones sexuales llegan por lo general a orgasmos, se disfrutan biológicamente porque el sistema neuroendocrino se dispara, pero el sistema sentimental que acuna la pasión y el sentimiento está ausente. Es como una fiesta con buena bebida y comida pero ausente el motivo y quien motiva a la misma.

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La idea es ponernos como tarea convertir nuestra vida sexual en una eterna celebración festiva identificando cuáles elementos deben estar incluidos de manera que el aburrimiento, la rutina, los temores no destruyan el goce de vivir una sexualidad adecuada.

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