La manipulación como prueba de amor

La manipulación como prueba de amor se refiere a que nos demuestren que nos quieren, accediendo a lo que se pide. Es decir, que si no somos complacidos o complacidas, es una prueba indiscutible de que no somos queridos por la persona que se niega.

Más de una vez se usa como prueba de amor el mantener relaciones sexuales cuando es uno de los dos el que está interesado en sostenerlas, y la otra persona no está interesada o decidida a hacerlo, entonces viene la famosa frase: “si no lo haces, es porque no me quieres”.

Sin dudas, es una vil manipulación que se intenta vincular erradamente al concepto de amor, no porque esté envuelto el tema sexual, sino porque el amor tiene como prerrequisito básico que no pone condiciones para expresarse.

Si es amor, en el sentido estricto del término, no debe haber manipulación, porque una relación tiene que establecerse en base a un sentimiento inicial de amar, querer, desear, compartir, y la manipulación es un mecanismo que puede ser usado para conseguir como respuesta, lo que como instinto se espera.

Manipular es similar a modificar algo que es modificable; al pasarlo al plano sicológico, social y de la vida de pareja, sería como intentar modificar al otro, según lo que al manipulador le convenga, para lograr los resultados deseados. Alguien que tiene un perfil fácilmente moldeable es llevado de la mano de otro, para hacerle sentir de una manera determinada.

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Entonces, se diría que en una relación de pareja, manipular equivale a una especie de chantaje encubierto, bien manejado, para lograr objetivos de cualquier tipo. Es evidente que si se manipula, se altera la autonomía de la persona a desarrollarse o a comportarse de acuerdo con sus propios criterios e intereses.

¿Amor o manipulación?

El amor se alimenta de realidades cotidianas, y comienza por desear estar al lado de la persona amada y de compartir los intereses comunes y, por amor, participar hasta de los que no son afines; es desear compartir con el otro sin perder nuestra propia identidad.

La mejor manera de evaluar este sentimiento justamente, está en poder discernir si lo que nos mueve es la obligación o el deseo. La manipulación obliga e impide que el otro se desarrolle como persona libre y autónoma dentro de una relación de pareja.

La manipulación NO es un atributo de determinado tipo de personas, es un riesgo potencial que todos tenemos, y del que hay que cuidarse estando alerta, sobre todo si lo relacionamos con el amor.

Nada que no esté claro, que esté oculto, o que tenga fines pre-establecidos para lograr un objetivo, cabe en una relación de amor. Por definición, manipulación y amor se oponen y se rechazan, porque tienen contenidos opuestos y excluyentes.

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