¿Es normal sufrir de migraña durante la menstruación?

En una proporción de 75 de cada 100 mujeres en edad reproductiva, entre el 11° y 5° día antes de la aparición del sangrado menstrual, se presentan síntomas muy característicos, tanto físicos como emocionales conocidos como los síntomas premenstruales y debido a que en la mayoría de los casos aparecen varios en forma simultánea, se ha llamado a este grupo de síntomas “Síndrome premenstrual”.

Aunque no se ha establecido una causa específica de su aparición, se considera que pueden estar asociados a factores sociales, culturales, biológicos y psicológicos; y en la mayoría de las personas tiende a desaparecer luego de pasar los primeros días de sangrado o al terminar el ciclo menstrual.

Los síntomas más comunes van desde cefalea (dolor de cabeza), inflamación de tobillos, pies y manos, dolor en la parte baja de la espalda, pesadez abdominal y cólicos, sensibilidad mamaria, aparición de acné, náuseas, estreñimiento o diarrea, cambios en el humor, ansiedad, dificultad para la concentración, olvidos, irritabilidad, depresión, baja autoestima, entre muchos otros.

Debido a que la aparición severa de estos síntomas es frecuente, y que llevan en algunos casos a incapacitar a la paciente tanto social como laboral, se ha creado el nombre de Síndrome disfórico premenstrual para agrupar a las pacientes. Para su diagnóstico, no se han encontrado pruebas específicas en el examen físico ni de laboratorio.

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Es importante que se realice una historia clínica completa, un examen físico (incluyendo examen pélvico), analizar de forma correcta y marcar en un calendario las fechas en la que aparecen estos síntomas para así poder diagnosticar el síndrome; en algunos casos, puede ser necesaria una evaluación psiquiátrica con el fin descartar otras causas potenciales para los síntomas que puedan ser atribuidos a este síndrome.

Cuando hablamos de tratamiento, debemos tomar en cuenta que la mayoría de los casos están asociados a retención de líquidos, por lo que se recomiendan cambios en la forma de vida de la paciente. Se considera que los ejercicios aeróbicos ayudan a disminuir la severidad de los síntomas.

El descanso adecuado y cambios en la dieta, como la reducción de la sal, evitar los azúcares simples, la cafeína y el alcohol, también contribuyen a la mejoría. Se puede utilizar suplementos nutricionales como la vitamina B6, el calcio y el magnesio.

Hablando de medicamentos, es posible que el médico tratante sugiera el uso de antiinflamatorios no esteroideos, pero siempre debemos de tomar en cuenta, que el momento más importante para su uso es previo a la aparición de los síntomas.

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