El olor del sexo

El maravilloso juego de la atracción y de la seducción necesita de la participación de los cinco sentidos. Es necesario ver, oír, gustar, tocar, oler, para que los estímulos nos despierten las sensaciones necesarias que nos conduzcan al placer.

Tanto el hombre como la mujer viven en una constante lucha por atraer y oler mejor, por lo que se empeñan en matar sus olores corporales naturales, que a final de cuentas son los encargados de atraer a sus parejas. No es necesario ir a un encuentro sexual y lavarse la cabeza con un champú de aguacate, utilizar un enjuague bucal de menta, rociarse un splash de fresa, untarse crema humectante de pepino, vaciarse un perfume de lavanda, aplicarse un desodorante de aloe, ya que al final usted no olerá a usted y perderá la magia de los aromas naturales que despiertan la pasión de su pareja.

La higiene es importante, pero debemos cuidarnos de no opacar los olores naturales. El olor del pene, de la vagina y del sudor normal son poderosos estimulantes sexuales, es de esa forma que el órgano vomeronasal (OVN) nos manda al cerebro la señal que nos impulsa al amor y la pasión.

Los síntomas de una fuerte atracción, o lo que la gente suele llamar “el flechazo”, son una suma acelerada de reacciones químicas en el cerebro que comienzan con la percepción del olor corporal de esa persona que nos atrapa, pero… ¿qué desencadena esta reacción?

Casi todos tenemos un comportamiento erótico que manifestamos cuando estamos en contacto social; van desde miradas, poses y actitudes, que en síntesis es todo un lenguaje corporal para atraer; pero cuando nos gusta alguien, nuestro organismo segrega, a través de la piel y los genitales, un olor sutil y característico, que son sustancias llamadas feromonas, éstas se trasmiten en el aire y son percibidas de manera inconsciente por las demás personas, si esa persona especial que nos atrae le gusta nuestro olor corporal y viceversa, la atracción impulsa esos mecanismos cerebrales, produciéndose el enamoramiento.

El organismo de la mujer despide una sustancia llamada copulina, que son las reinas de las feromonas y están presentes en las secreciones vaginales. Se producen en mayor cantidad durante la ovulación, y el hombre, al captar este olor de su pareja, reacciona elevando su nivel de testosterona (hormona sexual masculina) en la sangre, aumentando su deseo y atracción por su pareja.

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Las copulinas son las feromonas del deseo sexual puro, es lo que hace decir a los hombres “esa mujer me enloquece”. Éstas y sus efectos fueron descubiertas por Astrid Jutte, una científica vienesa. Las copulinas captadas a través del olor natural del cuerpo funcionan con las personas con las que somos genéticamente compatibles, pero debemos exponernos a percibirlas a través de abrazos, besos, y momentos de cercanía.

Aunque los besos sean en la mejilla, podemos captar los olores corporales que envían mensajes al cerebro. Mientras más cerca del cuerpo de la persona amada estemos, más mensajes corporales recibimos.

¿Por el olor corporal podemos saber si encontramos a nuestra pareja ideal?

. Mujeres y hombres, inconscientemente, le dan forma a un modelo de lo que sería su pareja ideal, esta imagen se forma de acuerdo a los estímulos ambientales con los que la persona se han involucrado durante su crecimiento, luego, es nuestro organismo quién nos indicará cuál es la persona con la cual debemos entablar una relación.

Si le preguntáramos a cualquier mujer o cualquier hombre, ¿Cuál es el tipo de pareja preferida?, la descripción se aleja mucho de la pareja con la cual se están relacionando.

Conscientemente buscamos una pareja que reúna físicamente una serie de características que armonizan con los estereotipos que la época y los medios impongan, así muchas mujeres dirán que prefieren un hombre alto, masculino de mirada profunda, labios gruesos, espalda ancha, puede ser desde moreno hasta rubio, debe ser caballeroso, gentil, protector etc. Cuando miramos o les pedimos que nos describan a su pareja real, seguramente estará muy lejos de ese estereotipo descrito.

A los hombres les pasa lo mismo, describirán una mujer alta, bien proporcionada, con caderas, nalgas y unos senos grandes, describirán su cara y su pelo e incluirán cualidades que van desde las mujer sensual hasta la mujer participativa, y de seguro su pareja real no concuerda con la de sus sueños, al final ninguno sabe porqué no coinciden y solo expresan: “bueno realmente no es mi tipo ideal, pero tiene algo que me pone loca o loco”.

Suena raro, pero lo que conscientemente formamos en nuestra mente como la pareja ideal no necesariamente coincide con lo que nuestro inconsciente tiene como modelo. Esta compleja reacción orgánica ha sido muy estudiada en los últimos 50 años.

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Esta reacción se explica porque todo este enamoramiento se da por los olores que capta nuestro cuerpo a través del OVN que es considerado como un órgano olfatorio accesorio, capaz de percibir la presencia de vomeroferinas, que son una serie de sustancias capaces de provocar cambios en el comportamiento sexual, social y maternal. Este órgano esta situado entre la nariz y el techo de la boca, por debajo de la mucosa nasal.

Dentro de las vomeroferinas están las feromonas sexuales, que son las sustancias contenidas en el olor sutil que desprende el cuerpo para atraer sexualmente a miembros de su misma especie. A través de este olor intercambiamos información genética y nuestro organismo comprueba el grado de histocompatibilidad inmunológica para engendrar hijos sanos, el órgano vomeronasal capta el mensaje y lo envía al cerebro que comprueba si esa persona, además de resultar atractiva, tiene buenos genes para la conservación de la especie.

Las feromonas actúan sobre el bulbo olfatorio secundario, el OVN, la amígdala cerebral y el hipotálamo. Cuando nos sentimos atraídos hacia alguien experimentamos cambios químicos, fisiológicos y conductuales; nuestro cerebro segrega sustancias que rápidamente desencadenan reacciones en nuestro cuerpo, causándonos placer, nerviosismo, hormigueo y “mariposas” en el estómago.

Durante el enamoramiento, nuestro cerebro experimenta una reacción producida por estas sustancias y es gobernado por la parte emocional. El sistema lógico cerebral pierde buena parte del control de nuestra vida, ciertamente estamos “locamente enamorados”.

Durante la atracción se desprenden hormonas, ácidos, gases y olores que se mezclan creando una reacción que convierte lo racional en irracional, la prudencia en torpeza, y la serenidad en nerviosismo. En nuestro cerebro ese olor despierta la producción de hormonas y neurotransmisores que crean esa reacción.

Andrew Stamway en su libro Las relaciones amorosas

La investigadora Flora Davis en su libro La comunicación no verbal, describió algunas de las conductas típicas en el momento de la atracción y todas las reacciones orgánicas que vivimos en ese momento.

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Esas reacciones nos producen un aumento de los latidos cardiacos, acumulación de sangre en puntos claves para la atracción como, labios, mejillas, vagina, pene; la adrenalina nos sube y estamos más despiertos y activos, se estimula la glándula que nos conduce a estados eufóricos y risas nerviosas, nuestra mirada brilla por la dilatación de las pupilas, comenzamos a galantear, nos movemos provocativamente, enderezamos la postura, aplanamos un poco el vientre y nuestra mirada se torna profunda y luminosa.

El viaje del amor o la pasión se inicia cuando a través del OVN percibimos un olor especial de alguien que nos atrae (feromonas), se envía un mensaje al cerebro en zonas muy especializadas y comienza la producción de adrenalina y noradrenalina, poderosos neurotransmisores que logran que los latidos del corazón se aceleren, en ese instante se inicia la producción de feniletilamina, sustancia conocida como la droga de la pasión, el cerebro ante esta sustancia segrega dopamina que en estos casos nos impulsa a desear y repetir lo placentero, luego se producen la norepinefrina y la oxitocina, que en conjunto nos hacen a vivir el enamoramiento y la pasión intensa.

Esa producción elevada de feniletilamina, no dura mucho y al descender comenzamos a ver la realidad de la pareja que tenemos al lado, si el pensamiento lógico nos dice que tiene cualidades que cumplen con nuestras metas de familia y vida, entonces decidimos seguir la relación.

El cerebro impulsado por el olor corporal de nuestra pareja, segrega entonces otro neurotransmisor conocido como endorfinas que produce la sensación de tranquilidad emocional que nos permite vivir un amor tranquilo. Si la relación termina viviremos ese duelo con tristeza y pena.

Muchas personas se refugian en el consumo del chocolate porque contiene feniletilamina que nos calma de la pérdida de este neurotransmisor que el cerebro producía cuando estábamos viviendo el enamoramiento.

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