Donde hubo fuego cenizas quedan

La sabiduría popular se expresa y refugia en el mundo de los refranes. Es un mundo de símbolos. Con una oración o dos se logra recoger el conocimiento de las experiencias vividas por muchos, generalmente de los que han vivido por más tiempo, los de más edad.

Señalar que “donde hubo fuego cenizas quedan” es una forma de alertar sobre el mundo de los sentimientos, las pasiones y los recuerdos. Es una forma física de explicar que después de haber un incendio quedan las cenizas como los restos de lo sucedido, y que existe la posibilidad de que este se reavive y arda nuevamente.

En las relaciones amorosas las personas se vinculan, no solo con los cuerpos, sino con sus biografías, sus historias, los lugares, las fechas y las situaciones.

Las personas son capaces de abrir el baúl de los recuerdos y revivir los momentos buenos vividos, no importa el tiempo que haya pasado ni con quien se esté en el momento actual, ni bajo qué condiciones (edad, gestación, paridad, estado civil) el cerebro hace una mala o buena pasada y abre el archivo de esos momentos especiales.

Aquí puede empezar el problema. Pudiéramos estar hablando de momentos buenos y bien recordados en un contexto nuevo, con una pareja nueva, casados, novios, y no es posible buscar argumentos racionales a lo que se está sintiendo en el momento.

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Dice el maestro Diego Gracia que cuando nos enfrentamos a situaciones problemáticas que no tienen salidas morales posibles, nos enfrentamos a una tragedia, y esta es una de ellas. Y lo es porque los sentimientos no siempre pueden controlarse, porque estos son capaces de doblegar a la razón.

Los griegos planteaban una ética de la sexualidad donde las emociones pasen por la razón y esta las controlen, y no es que no es posible, es que es difícil. Depende del impacto que esa pareja cause en la vida del otro o la otra, del momento en que llega, si aunque el tiempo haya pasado la recuerda día por día, si la experiencia anterior tuvo raíces muy sólidas y de mucha permanencia física.

Cada lugar, cada contexto o evento será una ocasión para mantener las cenizas en estado vegetativo y el re-encuentro casual o provocado será lo que encenderá la llama nuevamente.

En ocasiones se provocan las situaciones de encuentro para poder mostrar al otro sus nuevas adquisiciones como: parejas, cuerpos moldeados, canas, cargos, ostentaciones, etc. Situaciones que aparentemente sirven de escenarios para conversar, para ironizar y las mayoría de las veces, para pelear o agredir discretamente.

¿Cómo nos afecta seguir atentos a nuestra anterior pareja?

Dicen algunos especialistas en estos temas que mientras se mantenga el interés por saber del otro o la otra, de agredir con o sin discreción, de ostentar o insistir en que “ya tu no me interesas”, “olvida el pasado”, “eso fue hace mucho”, “ya yo no estoy en eso”, “el tiempo pasó”, esos son justamente los signos del inicio de incendio.

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Se pueden considerar como los indicadores de que se está sintiendo todo lo contrario, pero NO puede aceptarse por múltiples razones. Estas señales nos indican que el sentimiento está vivo, que el amor está latente pero imposible de reactivarse. Es una negación a la realidad.

Esto trae conflictos con la otra pareja, trae rabias internas de querer hacer lo que no se puede, y decir lo que no se quiere decir. Generalmente, los involucrados creen que están haciendo muy bien su papel de negadores, pero el entorno que conoce la situación observa los sonrojos, las miradas y las intenciones.

Todo esto lo percibe también la pareja actual y es fuente de celos, de conflictos o de expedientes guardados para mejores ocasiones.

No hay dudas que la expresión revela situaciones reales, “donde hubo fuego, amor, pasión, interés, quedan cenizas”. La parte instintiva del ser humano se revela y aunque la razón indica lo que corresponde hacer dadas las circunstancias actuales, el sentimiento se impone.

Al no poder expresarse como quiere lo hace de manera paradójica, es decir, opuesta, vestida de agresividad o indiferencia, pero la realidad oculta es que siempre quiere saber de la vida del otro o la otra, pensar en esa persona y decirle: “no hubo un solo día en que no pensara en ti”.

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Esta realidad es parte de la vida afectiva de muchas personas y cada vez es más frecuente por las libertades sexuales que va imponiendo la modernidad donde se cambia de pareja con cierta facilidad, y como consecuencia se presentan estos escenarios.

La modernidad nos va imponiendo modelos de pareja distintos y consecuencias nuevas, y esto que hemos presentado se irá imponiendo como una realidad frecuente, como nuevas fuentes de conflictos y como nuevos retos a los sentimientos de las personas.

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